viernes, 9 de octubre de 2015

Hostilidad - Día 293

Continuación del post anterior:

Tu Tiempo Libre: Deseo por Expresión - Día 292

Así que voy a recorrer las dimensiones más superficiales con respecto a comunicar y compartir y luego iré expandiendo mi aplicación hacia las diferentes dimensiones / contextos / ámbitos en los que no me permito ‘comunicar’ ni ‘compartir’.


hostilidad‌
‌1 ‌ Enemistad o aversión que muestra una persona hacia otra.
‌2 ‌ Acción hostil, que denota enemistad o aversión.
3 ‌ Ataque o acción militar de un ejército o grupo armado contra otro: ‌cesaron las hostilidades.

El otro día me levanté temprano, sin embargo tarde a la vez porque era casi la hora en la que tendría que estar tomándome el colectivo, así que rápidamente me cambié y me preparé para ir a la parada, esta vez sin desayunar para poder tomarme el cole y no tener una falta más - ya iban dos días consecutivos que faltaba a esa clase. Voy caminando con un paso apresurado hasta llegar a la esquina y veo que el colectivo estaba por pasar, entonces me apuro por hacerle seña y subir – el colectivo baja la velocidad para que yo suba – en ese momento me sentí bastante agradecido por ello y cuando vi quien era el chofer, su rostro, vi que tenía una cara tipo malhumorado y en ese momento suprimí esas ganas de saludarlo, sólo pasé la tarjeta y dado el ok de la máquina, caminé para buscar una ubicación.

Mientras estaba buscando una ubicación, moviéndome hacia el medio del colectivo, miraba a la gente y en cierta manera me sentía retraído, como no queriendo cruzar miradas, y miraba a la gente que no me estaba mirando, y cuando lo estaban haciendo, cambiaba el lugar hacia el que estaba viendo. Llegó un momento del viaje en el que se desocupó un lugar y me senté.

Una vez que llego a la parada, me bajo del colectivo y me apresuro hasta entrar en la facultad y ver por la pantalla de la entrada que todavía no había llegado el profesor, por tanto bajé la velocidad y firmé la planilla de asistencia. Siempre hay una persona ahí abajo, en bedelía, la cual no suelo saludar, y pienso que está mal no hacerlo porque mucha gente saluda en ese momento, sin embargo suprimo este querer saludar, firmo y marcho para el aula que tengo clases.

Una vez que llego al aula, veo a la ayudante de cátedra hablando enfrente de todos, con una voz temblorosa. Estaba hablando sobre una publicación que hizo una compañera en reacción hacia los que suelen copiarse en los exámenes (muchos nos enteramos que la ayudante también era conocida en su cursada por ser copiona), y estaba defendiendo a las personas que se copian en los exámenes. Encendí la computadora y me centré en eso, pero también escuchaba a la ayudante y luego empecé a tener reacciones por lo que estaba diciendo, la posición que estaba tomando respecto de lo que decía – y a la vez me sentía como culpable, percibía que nos estaban retando por algo ‘malo’ que hicimos y comencé a encontrarle sentido a lo que ella estaba diciendo, comencé a pensar que la posición que está tomando tiene buenas razones – ella estaba en lo correcto. Sin embargo, por sentirme que me estaba retando, comencé a sentir aversión y me torné hostil para con ella, como no queriendo comunicarme con ella, o querer dirigirle la palabra, porque pensaba que ella sólo estaba defendiéndose a sí misma tomando como punto a los demás que se copian de mi cursada. Tampoco quería mirar para atrás, para ver el rostro de mis compañeros o qué estaban haciendo, porque no quería que me vean de frente o eso ser de alguna manera ‘falta de respeto’ hacia la ayudante, por tanto me quedé mirando al frente como retraído, quieto, como inmovilizado en realidad. Imaginé que yo me oponía hacia lo que decía la ayudante, también imaginé que todos estaban prestándole atención, bastante atentos y cosas así.

Llegó el profesor, bastante tarde, y nos contó que la ruta que tomó para llegar había más tránsito de lo normal y yo reaccioné con enojo, es decir, tomé la posición de ‘no me cae bien ese profesor’, ‘es un profesor que no sabe’, ‘sólo dice pavadas’ por tanto la relación que he creado en mi mente es ‘no me cae bien’, ‘no le voy a dirigir palabras’, ‘es un estúpido’, así que cuando escucho excusas o razones o chistes por su parte, las experimento ‘de mal gusto’ y le encuentro la quinta pata al gato en el sentido de encontrar porqué lo que cuenta no es cierto o es absurdo, queriendo desmentir siempre sus palabras. Dentro de eso me sentía muy inhibido por estar suprimiendo este enojo y los chats mentales que emergían con respecto a mi profesor.

Terminó la clase y varios compañeros comenzaron a levantarse, yo los veía y percibía que los demás estaban molestos por algo, como que ellos estaban en una hostilidad y por lo tanto, si les hablaba ellos iban a ser agresivos conmigo, por tanto me quedé más bien introvertido, no me dirigí hacia nadie en particular por sentirme y ver las cosa de la manera que describí, y mi comportamiento fue también de ese tipo, callado, una mirada seria, ignorando a los demás…hasta que una compañera me habló y naturalmente me comuniqué con ella, compartí algunas cosas relacionadas a lo que ella me contaba, mi expresión fue amable, siendo agradable naturalmente.

De vuelta a esperar el cole, cuando me subí, volví a pasar la tarjeta y me quedó esta sensación de ‘no saludes al chofer si no te saluda’, entonces no lo saludé y busqué un lugar para sentarme y ahí hablé con algunos compañeros que viajan conmigo.

Caminaré perdón a uno mismo, punto por punto y empezaré en el próximo post.

1 comentario:

  1. Lo que si tengo muy claro es que en este proceso las experiencias van menguando la resistencia al cambio.
    Gracias Mati.

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